Los paseos del agua.
En estas fechas, me gusta andar por los caminos del agua: las cañadas, los arroyos, los ríos por donde corre, las albercas, las charcas donde descansa y rebosa, las fuentes y manantiales, los pozos desde donde sube a la superficie, los aljibes naturales que la recogen, las acequias que la conducen, las cunetas de los caminos que les dejan su espacio. En el campo el agua es libre, no viaja por tuberías escondidas, ni sale de los grifos, ni se encuentra envasada en botellas de plástico. Y tiene vida, como esa ranita que cogió mi hija en uno de nuestros paseos para hacerle la foto; y a su lado nace la yerba, y flores muy bonitas como el junquillo que en esta época llenan las cañadas. Hubo un tiempo, en que se usaba la energía del agua al correr , para moler el cereal y aún hoy podemos ver en las orillas de los arroyos muchos restos de molinos de grano donde los agricultores llevaban su cosecha a moler para hacer el pan. No hace tanto tiempo 55/60 años, aún se lavaba la ropa en el rió. El tiempo va muy rápido últimamente, y no nos deja pensar en que todos nosotros somos agua, mas o menos pura, mas o menos libres, que corre por la vida.
Por eso, aunque hoy todos tenemos en casa agua corriente o domesticada, que nos resulta muy útil, os recuerdo que existe el agua libre, y desde aquí os animo a salir a encontraros con ella en su estado salvaje, a seguir un arroyo, o buscar una poza para bañarse cuando llegue el verano, o un charco para ver ranas y pájaros, buscar restos de molinos y lavaderos en las orillas. Si vais con niños os recomiendo llevar ropa de repuesto, sobre todo calcetines y zapatos.