Una vez escuche que el mejor trato que había hecho la humanidad a lo largo de su existencia, era con el perro, pues le da lo que le sobra de comida, de tiempo, y de cariño y a cambio el perro, se lo entrega todo. Hoy quiero que conozcáis a Gustavo, el es mi compañero de paseos y muchas veces el que me anima a salir con la cámara. Lo primero que hace cuando le abro la puerta es darme las gracias, mostrándome su alegría y su emoción saltando y ladrando a mi alrededor. Lo acaricio para tranquilizarlo y solo entonces empieza a caminar calle arriba. Me espera en cada cruce para no despistarse, y muchas veces cuando nos metemos por veredas de animales o caminos borrados, el va delante mostrándome los pasos.Tengo que decir que si aparece un conejo o una liebre se olvida de todo y corre como un loco detrás de ella, es su instinto de cazador. Luego vuelve cansado pero contento a seguir con la ruta.
Ademas de mostrarme los caminos, sobre todos los de vuelta, me enseña muchas cosas. El vive el momento disfruta y no tiene en cuenta los días que no has podido sacarlo, no te pide explicaciones, ni pregunta donde has estado. Es muy reconfortante verlo siempre dispuesto a acompañarte a cualquier sitio y feliz.
Nuestros hijos ya no viven en casa y el, para que no los echemos de menos hace las veces de hijo, y en la época del celo de las perras, cuando volvemos de los paseos, en lugar de entrar en casa, se despista y aprovecha para dar una vuelta. Algunos días vuelve de madrugada, nos llama por la ventana de nuestro dormitorio, y tenemos que levantarnos para abrirle la puerta. Entra con prisas y va derecho a la cocina a cenar y luego se acuesta.
Se considera un miembro mas de la familia y lo es, le encanta cuando vienen nuestros hijos a casa y es el primero que sale a recibirlos y parece disfrutar cuando estamos todos. Tener perro es precioso y desde aquí os animo a que compartáis vuestra vida con uno.