El sapo egocéntrico

Estaba tranquilamente

un sapo tomando el sol

y un humano que paseaba

sus gafas le regaló.

Cuando se puso las lentes

se sintió muy importante

él era algo especial

los demás eran cosa aparte.

El charco veía ahora

de forma muy peculiar

él era el centro de todo

y lo veía girar.

Al principio le gustaba

sentirse tan especial

pero pronto las cosas

empezaron a cambiar.

De repente y sin motivo

todo le parecía mal

y le entraron muchas ganas

de mandar y de ordenar.

Él se creía más listo

y mejor que los demás

y trataba de imponer

su opinión en el lugar.

-Esto no está bien aquí

esto no está bien allá,

nada era de su gusto,

¡¡¡No lo puedo soportar!!!

Y siempre estaba enfadado

cuando no estaba impaciente

triste o de mal humor

que también era muy corriente.

Y siempre era culpa de otro

su enfado y su mal humor,

-si tu no fueras así…

yo siempre tengo razón.

-¿Pero qué le pasa al sapo?

Decían todos los demás.

-El sapo se ha vuelto loco.

Lo tenemos que encerrar.

Y llamaron al doctor

que llegó muy diligente

con cuerdas muy resistentes

y una jeringa imponente.

-Esto lo arreglo yo

con un pinchazo es bastante,

y dijo yendo para el sapo:

agarrarlo, es un instante.

Del salto que pego el sapo

cuando lo vio aparecer

se le cayeron las gafas

y todo volvió a estar bien

-No hace falta que me pinche

la enfermedad ya pasó

el problema eran las gafas

que el humano me dejó.

-Ya no veo los problemas

el enfado se marchó

he vuelto a la realidad

ahora el centro no soy yo.

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