Estas 6 costumbres curiosas desaparecidas, afectan principalmente a la mujer y aunque afortunadamente para ellas en las ciudades se perdieron muy pronto, especialmente algunas, en las zonas rurales perduraron hasta hace apenas 40/50 años.
1.- Pedir permiso a los padres para salir con sus hijas.
Era una costumbre curiosa, pedir permiso a los padres para cortejar a una chica. Hoy a los padres nos lo dan todo hecho, no es normal que los jóvenes les pidan opinión y menos permiso para empezar a salir con un chico. Cosa, que como madre, agradezco mucho (menuda responsabilidad nos hemos quitado de encima). La decisiones importantes de la vida las tiene que tomar uno mismo para poder asumir las consecuencias y sentirse responsable de los resultados.
Una de las maneras mas curiosas de pedir permiso para cortejar a una mujer que conozco es la del garrote.
No hace mucho tiempo, en los pueblos pequeños, cuando un chico quería pasear con una chica, se veía obligado a pedir permiso a los padres de ella y comunicarles sus buenas intenciones. En algunos pueblos de Extremadura el mozo al grito de «garrote dentro», tiraba el garrote dentro de la casa de la novia, y si no se lo devolvían, arrojándolo a la calle, era señal de que era bien recibido y podía pasar ha comunicarle a los padres sus intenciones de casarse con su hija.
2.- Prueba en la la matanza del cerdo.
Hoy no tenemos necesidad de almacenar comida para todo el año, pues ya lo hacen los supermercados y los congeladores; pero antiguamente era muy común matar un cerdo o dos, según lo numerosa que fuera la familia, de finales de noviembre a febrero , envasarlo en tripas y curarlo o conservarlo en aceite, para que durara todo el año.
Estos días que duraba la matanza era un motivo de fiesta en la casa, se invitaban a los vecinos y cuentan que salían muchas bodas de ellas. Se gastaban muchas bromas, y entre broma y broma la» malvada suegra», ponía a prueba a la novia de los hijos antes de la boda, encargándole el lavado de las tripas del cochino; «el mondongo» como lo llaman popularmente. Este trabajo es muy laborioso y debe estar muy bien hecho pues en estas tripas se envasa el lomo y el morcón. Si pasaba la prueba quería decir que era una mujer limpia y apañada pero sobre todo limpia, virtud muy apreciada en nuestra tierra.
3.- Bordar el ajuar.
Una vez que habías pasado la prueba de lavar el mondongo, te entraba una tranquilidad muy grande, y estabas lista para lo siguiente: empezar a bordar tu ajuar. Todas la mujeres tenían que saber coser. ¿Donde iban a estar mejor que recogidas en su casa cosiendo junto a su madre y sus tías?
4.- Salir con canasta.
Como ya estabas pedida por tu novio que había tirado el garrote y tu suegra te había aprobado con el lavado de tripas, podías salir a pasear un ratito por las tardes con tu novio, pero nunca sola, siempre «con canasta»,es decir una hermana pequeña, prima, tía o mujer de la familia, que» bondadosamente» se ofrecía, o las obligaban para acompañarte y no dejarte a solas con tu novio, no fuera a ser que te divirtieras un rato y por mil demonios deshonraras a la familia.
5.- Guardar ausencias.
Si tu novio estaba en la mili lo normal era guardarle la ausencia; ¡que romántico queda!, pero tenia que ser un aburrimiento no salir de casa nada más que para ir a misa, pues los bares que existían eran de hombres, y siempre acompañada de alguna amiga, pues no estaba bien visto que una chica andará sola por la calle.
6.- Guardar lutos.
Las mujeres eran también las encargadas de guardar los lutos, los hombres los apañaban con un brazalete negro en el brazo,o un botón forrado de negro en la solapa durante unos días pero para la mujer era diferente, de dos a cinco años de luto según el grado de parentesco, con lo que se han dado casos de mujeres que pasaron su adolescencia y juventud vestidas de negro.
Quiero aclarar que estas costumbres eran guardadas no solamente en Extremadura, sino en todas las zonas de España. Después de todo esto lo raro era que quedaran mujeres en los pueblos por aquella época y no huyeran todas a la capital como hicieron las mayoría. a las valientes que aguantaron, hay que agradecerle que lo hicieran pues gracias a ellas hoy no están despoblados nuestros pueblos. Hoy las mujeres de las zonas rurales, se han hecho fuertes, se niegan a seguir educando de esa forma a sus hijas, son valientes, emprendedoras y aventajan a los hombres siendo ellas la que lideran la mayoría de microempresas familiares que empiezan a aparecer en las zonas rurales.