Había una vez un prado
en una hermosa colina
su tierra era fértil y rica
su nombre era Carolina.
Una tarde soleada
después de algunos chubascos
el prado creo una flor
nombrándola reina en el acto
y pasaron muchos días
y la flor sola seguía.
-Esta me ha salido bien,
probare a hacer otra a ver…
Le creo miles de amigas
de todas formas y maneras
para que jugara la reina
y todas se divirtieran.
Todas eran diferentes
y todas estaban bien
el prado estaba contento.
¡Su obra estaba fetén!
Pudo ser por un hechizo
no sabemos la razón
pero la reina del prado
un buen día se enfadó.
-No aguanto tanto desorden,
las cosas son como son,
de ahora en adelante
yo solo tengo razón.
Y ordeno a todas las flores
como debían de ser
como debían portarse
y que colores escoger.
el prado multicolor
de un solo color quedo
y al unisonó las flores
desfilaban en su honor.
Ahora el prado era amarillo
todo igual, muy aburrido
y si alguien protestaba
era pronto detenido.
La biodiversidad del principio
ya no se podía ver
estaba presa y atada
sin dejarla emerger.
Así pasaban los días
el prado siempre era igual
y la reina estaba triste
y empezó a sentirse mal.
-Madre mía que aburrimiento,
no lo puedo soportar.
¿Cómo hemos llegado a esto?
lo tengo que remediar.
-Es mejor que cada una
sea como le dé la gana
que vuelvan todos los colores
y a bailar por sevillanas.
Todas las flores contentas
se quitaron los disfraces
y campaban por el prado
libres locas y locuaces,
unas saltaban de lado
otras sacaron volantes
otras corrían de espaldas
y otras se pusieron guantes.
La reina a todas miraba
con una y grande sonrisa
ahora las dejaba ser
sin ponerles cortapisas.
Ahora estaba muy feliz
queriéndolas tal como eran
Sin exigir a ninguna
hacer las cosas a su manera.
-En el prado carolina
ha vuelto la biodiversidad
cantan los pájaros y grillos
al pasar por el lugar.